lunes, 5 de febrero de 2007

Caciques y Clientelismo

Por Mar Picao
05-Feb-2007

Hace mucho tiempo me rondan las palabras cacique y clientelismo. La primera la relacionaba con el jefe de los indios, Pluma Blanca en los western y la segunda con las personas que entraban y salían de los almacenes. Muchos me explicaron la cuestión sin darme mayores detalles y cambié, en mi imaginación confundida, al jefe de las películas por la de nuestros aborígenes, campesinos o pueblo raso y el clientelismo por la gente que compra, los clientes.

Como son palabras comunes y corrientes y asuntos a los que muy pocas personas les da la debida importancia, nunca se me ocurrió averiguar sobre el verdadero significado de ellas ni su real dimensión en el contexto de las naciones.

Oyendo como en el senado los honorables, orgullosos se autoproclaman caciques practicantes del clientelismo, pero igual siguen ahí. Teniendo en cuenta que estamos en el año de la verdad. Analizando el conflicto actual y buscándole soluciones a mi país, quise encontrar el origen del problema para combatirlo de raíz, y ¡Oh sorpresa! de nuevo las benditas palabras; entonces, con juicio me puse a la tarea de buscar y resumiendo, hallé lo siguiente:

“(Según el DRAE) Clientelismo: Sistema de protección y amparo con que los poderosos (caciques) patrocinan a quienes (clientes) se acogen a ellos a cambio de su sumisión y de sus servicios.

(Según Wikipedia) El clientelismo político es un sistema extraoficial de intercambio de favores, en el cual los titulares de cargos políticos (caciques) regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral (clientes).

En un sistema de clientelismo, el poder sobre las decisiones del aparato administrativo del Estado se utiliza para obtener beneficio privado; el patrón (cacique) —sea directamente un funcionario él mismo, u otra persona dotada de suficiente poder como para influir sobre los funcionarios— toma decisiones que favorecen a sus votantes (clientes), y que éstos compensan con la perpetuación en el poder del funcionario implicado o de su entorno. La relación puede fortalecerse mediante la amenaza de utilizar esa misma capacidad de decisión para perjudicar a quienes no colaboren con el sistema.

Estructura del clientelismo
En el clientelismo los bienes públicos no se administran según la lógica imparcial de la ley, sino que bajo una apariencia legal se utilizan discrecionalmente por los detentadores del poder político; normalmente se corresponde con figuras penadas jurídicamente como prevaricación o corrupción. Sin embargo, existen pocos incentivos para que los participantes busquen acabar con el sistema clientelar, puesto que éste se halla institucionalizado —en el sentido sociológico del término— como conducta regular de interacciones, conocido, practicado y aceptado (si bien no necesariamente aprobado) por los actores (O'Donnell: 1997)”.

¡Auténticas perlas resultaron estas cándidas palabras!

He aquí el quid del asunto: la avaricia; es motivación, estímulo e inspiración para la mayoría de nuestros dirigentes, políticos, guerrilleros y algunos militares.

Solo baste entender el significado del titulo de este escrito para que el Presidente de turno, si es decente, penalice con severidad la práctica del clientelismo. Los congresistas en pleno debieron legislar y sancionar con vigor esta práctica hace muchos lustros. El clientelismo es antidemocrático, inmoral e ilícito a todas luces. Si estuvo de moda, en la política actual es inadmisible.

El clientelismo junto a la corrupción, son los peores cánceres sociales, se tienen que erradicar ¡ya! sin más pretextos o dilaciones. El clientelismo es discriminatorio al impedir la justa participación ciudadana por salvaguardar sus intereses particulares. Crea contubernios excluyentes que terminan generando más violencia; es un elemento patológico y pandémico de la democracia imperfecta ya que el tráfico de influencias implícito burocratiza el Estado aumentando su costo, mermando su eficacia e imposibilitando su administración, incluso suplantándolo.

Una verdadera democracia está basada en principios éticos y criterios universales donde prevalece el bien común sobre las consideraciones privadas. El único sistema de protección y amparo a los habitantes tienen que ser las Fuerzas Armadas -militares y policiales- y la Judicatura legalmente constituidas. La institucionalidad del Estado debe ser fortalecida, apoyada y depurada.

Los impuestos son de vital importancia para la viabilidad del Estado y su fortaleza, por ello la evasión tiene que ser un delito castigado con prisión y sanción económica para las personas naturales y jurídicas inculpadas. Los impuestos son potestad y monopolio del Estado y su recaudo debe hacerse a través y bajo la responsabilidad del sistema financiero.

El voto debe ser obligatorio y las elecciones financiadas por El Estado ya que de todas maneras éste termina pagándolas. Los políticos no gastan en elecciones, ¡invierten! Por lo tanto, calculan el retorno de lo invertido (se roban el erario) más utilidades. O sea, sale más barato financiar programas de gobierno serios, coherentes y factibles con derecho a revocatoria si no se cumplen metas en un plazo prudencial.

Debe controlarse el aumento patrimonial injustificado o enriquecimiento ilícito con las declaraciones de renta personales y familiares anuales, hasta equis grado de consanguinidad, afinidad y civil, de los aspirantes a puestos públicos.

El clientelismo frena la educación y la reducción de la pobreza; el cacique, entiéndase jefe político de turno, quiere al pueblo bruto y hambriento para manipularlo a su antojo como lo ha hecho hasta ahora. El clientelismo de hoy implica organizar poderosas mafias políticas para corromper a las personas de las entidades y defraudar los recursos y rentas del Estado a perpetuidad.

Entonces se me hizo la luz…

Ahora entiendo porque la mayoría somos tan pobres, en un país tan inmensamente rico.

Ahora entiendo porque la educación en este país no es gratuita.

Ahora entiendo porque la falta de recursos para salud.

Ahora entiendo porque la corrupción.

Ahora entiendo porque el brazo armado de la corrupción y el clientelismo, mal llamado “paramilitarismo”.

¡Y claro, la solución!

Ustedes son responsables del estado actual de cosas pero también la solución ¡ahora es cuando señores dirigentes y políticos! Es la hora de acabar esa tradición perversa, es fácil penalizar el clientelismo ¡ya! para erradicarlo antes de las próximas elecciones ¿Qué están esperando señores gobernantes y legisladores para actuar? Acaso quieren continuar el clientelismo? Por favor… No más. Es hora de institucionalizar como delito al clientelismo y blindar al Estado contra caciques y otras alimañas depredadoras.

A los dirigentes y políticos les corresponde entender que los empleos públicos son para servir y amparar con equidad a los más necesitados, (contra los avezados) si buscan riqueza, que es un derecho legítimo, esta la gestión privada en la cual pueden derrochar todos sus talentos, malicias, ambiciones, codicias, alianzas y demás aspiraciones que les brinda la libertad al vivir en una democracia. ¡Ojalá generen enormes fortunas para todos!

¡Conciudadano, ayúdame ha exigir la penalización del clientelismo!

No hay comentarios.: